¿Por qué es tan importante pensar y actuar con optimismo?

    El modo habitual de enfrentarnos a los retos constantes de la vida no responde a un comportamiento improvisado, sino que está en función de los "esquemas mentales" que heredamos y de las experiencias que acumulamos con el paso de los años, en base a las situaciones vividas.

    Todos disponemos en el cerebro de un mecansimo que nos advierte del peligro, y cada vez que "detecta" una situación nueva, distinta a la habitual, o a alguna circunstancia que con anterioridad se haya considerado desagradable, entra en estado de alerta y las preocupaciones y el estrés no se hacen esperar.

   Este mecanismo trabaja siempre del mismo modo, comparando las situaciones del presente con otras vividas en el pasado. En realidad, todos tenemos en la memoria una especie de "ventana" a travése de las cuales accedemos a recuerdos concretos del pasado. Así, las ventanas de la memoria que están asociadas con malos recuerdos pueden conducirnos a juzgar con negatividad cualquier situación del presente, mientras que las ventanas asociadas con buenos recuerdos tendrán a proporcionarnos una actitud positiva. Independientemente de la circunstancia  real en la que nos "enfrentamos", en ocasiones no elegimos la ventana de la memoria adecuada y, en consecuencia, no somos capaces de ver las cosas tal como son.




     Todo lo expuesto confirma que ni el optimismo ni el pesimismo son rasgos fijos e inherentes de la personalidad, sino má bien "estilos interpretativos" aprendidos y transmitidos de generación en generación, o bien adoptados en base a las situaciones vividas. Las personas optimistas hacen frente a los obstáculos que se van encontrando en el camino con decisión y  entusiasmo, mientras que los pesimistas se limitan a lamentar su mala suerte. Además, las personas optimistas consideran el fracaso como algo temporal y, por supuesto, superable, a diferencia de los pesimistas, que creen que sus fracasos se sudecerán sin remedio.


Saber enfrentar a los retos

    Conservar una actitud positiva y confíar en nuestras posibilidades de enfrentarnos con éxito a cualquier reto es fundamental para mantener el entusiasmo en todo cuanto se emprenda y caminar directamente hacia la felicidad. En realidad, en no pocas ocasiones, la única diferencia entre una persona feliz y otra que se compadece de no serla es su manera de juzgar la realidad y el mundo que lo rodea. Ante una situación económica similar, viviendo experiencias comparables, hay quien siempre extrae conclusiones positivas y hay quien cae en el desánimo.

    Las personas que afrontan las situaciones difíciles con buen humor son mejor aceptadas en sociedad y tienen más posibilidades de éxito que aquellas que se hunden al principio. Por eso debemos pensar de un modo positivo: solo así conseguiremos "visualizar" el éxito y conservar la actitud adecuada y el entusiasmo necesario para "luchar" hasta que se materialice. Si en lugar de ello pensamos que , hagamos lo que hagamos, estaremos abocados al fracaso, este se producirá sin duda, pero no porque sea inevitable, sino porque nuestra inmovilidad nos impedirá conseguir el objetivo que perseguíamos.



    Debemos esforzarnos al máximo por cuidar nuestros pensamientos porque, en realidad determinan nuestra calidad de vida. Si acumulamos pensamientos negativos, generaremos mayor negatividad. Si, por el contrario, llenamos el subconsciente de ideas positivas y optimistas, estaremos dando un paso importante hacia la felicidad.


Medidas a adoptar
  • Evitar las frases negativas: siempre debemos pensar en lo que deseamos que suceda y no en lo que no queremos pase.
  • Abandonar la costumbre de preocuparnos por todo, muchas veces sin razón.
  • Dejar de pensar en que los demás son siempre mejores que nosotros.
  • Renunciar a ser una víctima: el victimismo es, muchas veces, una coraza en la que nos escudamos para justificar nuestra falta de acción.
  • No dejar para mañana lo que podemos hacer hoy: aplazar el programa de buenos pensamientos sólo sirve para que caiga en el olvido y no se ponga en práctica. Cuanto antes tomemos la decisión de entrar en acción, mucho mejor.
  • Relajarnos y olvidarnos del reloj: unos minutos de relajación serán de gran ayuda para afrontar el día con optimismo, siempre que disfrutemos de nuestro tiempo con tranquilidad y apartando de la mente cualquier sentimiento de culpabilidad.
  • Sacar fuerzas de flaqueza: esforzarnos por aquello que nos resulta difícil permitirá que crezcamos interiormente y hará aumentar nuestra energía y capacidad de obsesión.

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