¿Cómo podemos relajarnos fácilmente?

    Comenzamos por sentarnos en una silla en que nos encontremos cómodos, con los ojos cerrados, y en una habitación en que podamos llevar a cabo el ejercicio tranquilamente.

    Tensamos luego con fuerza los músculos de los pies y después los aflojamos. Seguidamente hacemos lo mismo con las piernas y los muslos.

    Es momento ahora de trabajar los brazos. Para ello, apretamos los puños y tensamos los músculos de los brazos hasta que se pongan rígidos. A continuación, los relajamos, dejando que las manos reposen flácidamente sobre el regazo. Nos concentramos después en el torso del cuerpo, tensando en primer lugar los músculos, y dejando luego que se aflojen y que el cuerpo se vuelva pesado en la silla.

   Luego nos centramos en la zona donde suele acumularse más tensión, es decir, en el cuello, los hombros, la mandíbula y la cara. Tensamos todos los músculos de los hombros y del cuello, apretamos la mandíbula y fruncimos el ceño con todas nuestras fuerzas. A continuación, dejamos que esos músculos se relajen, dejamos caer los hombros y aflojamos la mandíbula para que la tensión abandone la frente.

  Alcanzado este punto, nos centramos en el ritmo de nuestra respiración, asegurándonos de que tomamos el aire desde el diafragma.

   Volvemos a emplear la imaginación para hacer más profunda la sensación de relajación. Imaginamos que los pies se vuelven cada vez más pesados. Luego, sin dejar de utilizar el poder de la imaginación, notamos que esa pesadez sube lentamente por los tobillos, las piernas, las rodillas y los muslos hasta llegar a las  caderas. De igual modo, debemos imaginar que nuestras manos se vuelven cada vez más pesadas y que esa sensación se extiende también por las muñecas, los antebrazos, los codos y la parte superior de los brazos hasta que llega a los hombros.

   Nos concentramos en la totalidad del cuerpo, intentando percibir su peso mientras nos relajamos en la silla. La sensación de pesadez va subiendo desde la parte inferior del cuerpo, pasa por la cintura hasta la zona del pecho y asciende hasta los hombros y el cuello. Finalmente, sentimos que la cabeza está cómoda y relajada, la mandíbula está floja y notamos la pesadez en los párpados. En ese instante, nuestro cuerpo permanece ya en estado de relajación.

   Si no estamos en la naturaleza, podemos ponernos una música con sus sonidos y siempre nos ayudará. Como por ejemplo esta del vídeo que os pongo a continuación.


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