Neptuno en Cáncer.

  Los planetas más lejanos en su tránsito por los signos del Zodíaco; Urano, Neptuno y Plutón. Al ser los más alejados de la Tierra, su movimiento aparente es extremadamente lento, de forma que el más rápido, Urano, tarda unos siete años en transitar solamente por un signo y 84 en dar la vuelta al Zodíaco. Neptuno tarda casi 14 en transitar cada signo y cerca de 166 años en dar la vuelta completa. Finalmente, el alejadísimo Plutón, de órbita irregular, puede llegar a tardar, en algunos casos, hasta casi 30 años en pasar por un solo signo y casi 247 en hacerlo por todo el Zodíaco. Debido a esta gran lentitud, el estudio de estos planetas no se puede abordar del mismo modo que hemos hecho con los anteriores, y que, en este caso, sus efectos se aprecian mucho más en el ámbito histórico o generacional que en el plano individual.

  Para ver mucho más claramente la influencia de estos planetas en el ámbito individual hay que estudiar su posición en las casas más que en los signos zodiacales, aunque al transitar por éstos marcan determinados periodos de la historia que tienen una características comunes.

  Solo en aquellas personas que tengan alguno de estos planetas ascendiendo o culminando, o formando una conjunción o en estrecho aspecto con el Sol, la Luna o el planeta regente de la carta, se podrán manifestar los efectos de estos tránsitos de modo individual y concreto y en algunas ocasiones en muy alto grado.

  Neptunó paso por cáncer entre 1902 y 1916, un período en el que se produce una gran exaltación de la espiritualidad y en que reciben un gran impulso los experimentos e investigaciones psíquicas: un momento de auge o expansión para los teósofos, rosacruces, órdenes masónicas e iniciáticas y todas las facetas de la espiritualidad en general (Pío VII, Juan Pablo I, Teresa de Calcuta); en torno a estos años también renacen la astrología y la magia, y se producen grandes avances en la investigación del alma y el mundo del inconsciente con Sigmund Freud y el psicoanálisis. 

Sigmund Freud

   En este caso, el planeta y el signo tienen mucho en común y sus energías se potencian mutuamente. La generación nacida con esta posición tiene una naturaleza en extremo inspirada o soñadora, en algunos casos muy espiritual, en otros muy romántica o dotada de notable sensibilidad artística (Quevedo, Rubens, Goya, Dalí, Julio Cortázar, Rafael Alberti). Con ella se intensifican o exaltan los valores maternales y de protección, hay acusados sentimientos altruistas de entrega o sacrificio por los demás y se da mucho énfasis al tiempo que se idealizan los valores de la familia y el hogar, y a la vez que a la renuncia o sacrificio motivados por ellos. Es una posición que produce intensos lazos kármicos relacionados con la familia o el lugar natal; estas personas pueden llevar consigo, a lo largo de su vida, cargas o deudas familiares que mediaticen su destino. En algunos casos, puede dar lugar también a profundos sentimientos de patriotismo y sacrificios altruistas por la patria. Favorece la investigación, la profundización o exaltación del inconsciente y el mundo de los sentimientos.

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