Psicología Analítica de Jung. El Yo y sus acompañantes, La Sombra.

   La noción de individuación presupone, por parte del yo -centro de la conciencia-, el reconocimiento de un centro inconsciente de la personalidad, el sí-mismo, principio de totalidad, en cuyo seno tiene lugar la confrontación de los opuestos (consciente-inconsciente, yo-no yo, individual-colectivo...). el encuentro con el mismo sí-mismo jamás se produce de manera directa, sino que se puede experimentar como el surgimiento de un eje interior (convicción profunda de hallarse en la senda adecuada para nosotros), una línea de vida que guía y justifica nuestras elecciones y nuestras orientaciones.

   Para poder acceder a esta intuición de totalidad, el desarrollo del yo actúa mediante una serie infinita de confrontaciones con el inconsciente, bajo forma de diferentes instancias denominadas acompañantes del yo. Éstos son los representantes del inconsciente a la vez que los mediadores entre el yo y el inconsciente. Son figuras tanto colectivas como individuales, que constituyen arquetipos: sin embargo, las formas a través de las que acceden a la conciencia son representaciones individuales infinitamente variadas. Se encuentran asimismo numerosos ejemplos de las etapas de la individuación en los mitos y relatos, que describen de manera gráfica y simbólica las pruegbas que cada cual tiene que superar antes de la realización de su ser profundo. Pero para poder comprometerse con esta vía de confrontación, el yo debe ante todo afirmar su identidad en su relación con el mundo y consigo mismo.

   Al diferenciarse de su funciónsocial y de sus distintos roles, es decir, cuando el yo "se desidentifica" de la persona, el devenir psíquico del individuo puede volverse hacia su realización. No se trata de "hacer desaparecer la máscara" -ya que es ésta la que posibilita la comunicación con el mundo y la adaptación social, preservando el ser profundo-, sino de distinguir la realidad del yo de lo que deja entrever.

   Al formarse compromiso entre el individuo y la sociedad, la persona es considerada entonces como lo que realmente es: la parte del individuo en relación tan adecuada como fuera posible con el mundo, pero que no constituye la totalidad del yo y, aún menos, la de la personalidad.

    Cuando el yo se vuelve hacia el inconsciente para encontrarlo, sus primeros interlocutores son los contenidos de la sombra.

    Esta confrontación suele ser muy pertubadora: uno se encuentra ante todo tipo de tendencias personales totalmente ignoradas en sí mismo, pero que con frecuencia nos chocan en otro, y cuanto más nos negamos a reconocer que forman parte de nosotros, más nos chocan. Se trata por lo general de todo lo que uno considera que hay que ocultar porque supone faltas, errores, debilidades, deseos incompatibles con la realidad exterior o la moral... Cada cual encuentra aquí lo que prepresenta para él el mal y lo que está más o menos relacionado con la persona. 

El emperador Palpatin de Star Wars, es un personaje que encarna las cualidades de la sombra.

    El encuentro con el mundo exterior, el encuentro con la sombra puede efectuarse por diferentes sesgos: todo lo que nos toca profundamente, nos choca, nos atrae o nos interpela cuando la situación no nos concierne directamente, hace referencia a una tendencia del inconsciente del mismo orden, tal como el lado insoportable de las imperfecciones de otros nos relaciones con nuestras propias imperfecciones inhibidas. Puede asimismo tratarse de reacciones impulsivas e incontroladas que no son advertidas sino después de de haberse producido: actos fallidos, lapsus, olvidos, observaciones injuriosas, decisiones equivocadas o malos reflejos, acciones irreflexivas contrarias a nuestro sentido moral o a nuestro comportamiento habitual (Dr. Jekyll y Mr. Hyde)...
    Estas manifestaciones son tanto más chocantes cuanto que uno ignoraba totalmente la existencia en nosotros de tales sentimientos o de tales tendencias. La concienciación consiste en retomar praa uno mismo lo que había sido injustamente atribuido a otro.

    En la confrontación con el mundo interior, la sombra se manifiesta en los sueños y fantasías de una manera simbólica propia de cada cual. En su forma más evolucionada, la sombra aparece a trave´s de un personaje humano del mismo sexo que el que sueño y que es el actor principal del guión. Este personaje no constituye el ser complementario ni el doble narcisista del yo consciente, ni su opuesto, sino más bien lo que le falta a cada personalidad. Sus características resultarán tanto más acentuadas cuanto más rígido se mantenga lo consciente en una actitud dada: la sombra de una persona muy agresiva suele estar teñida de dulzura y de ternura. A la inversa, alguien muy comedido en cuanto a comportamientos y con palabras siempre medidas puede tener una sombra muy violenta. Pero antes de que la representación de la sombra sea tan clara, se suele expresar la angustia de la confrontación.

   Se advierte entonces la aparición de cataclismos (maremotos, erupciones volcánicas, terremotos), guerras y batallas, animales inquietantes en mayor o menor grado (saurios, reptiles...) o míticos (dragones, monstruos...), de los que el sujeto tiene que protegerse para no perecer. No son éstas, directamente, manifestaciones de la sombra, sino la expresión inconsciente del terror que puede provocar la eventualidad o la cercanía ineluctable de la confrontación.


Maelforge, dragón maligno con el que se enfrentan los jugadores del videojuego Rift.
    También pueden resultar evocados los diferentes momentos de la confrontación con la sombra. Las imágenes se confunden a menudo con las de nuestros relatos de la infancia: lucha contra el dragón o contra cualquier otra manifestación del mal, pruebas iniciaticas...

   Aun cuando aparezca con frecuencia en los sueños y los fantasmas en forma de lucha o de batalla, el destino de la sombra no consiste en ser vencida sino aceptada tal como es e integrada. Ella no incluye solamente los contenidos inhibidos y los temas que nos avergüenzan, sino también todos los posibles de la realización personal.

   La sombra es la personificacion de todo lo que el sujeto rehúsa reconocer o admitir en sí. Se mezclan con ella las tendencias inhibidas debido a su conciencia moral, las elecciones por las que se ha optado en su vida o en las circunstancias de su existencia, así como las fuerzas vitales más preciosas que no han podido o no han tenido la ocasión de acceder a la conciencia. Están aquí todas las posibilidades del sujeto; lo que habría podido elegir o ser, pero que no ha vivido hasta el presente. Estas potencialidades forman parte de los aspectos personales (cualidades y atributos propios de la persona) y colectivos (las posibilidades humanas de desarrollo) de la psique.

   Su integración es necesaria para el proceso de ampliación de la conciencia, pero con suma frecuencia se presentan de tal forma que al individuo le resulta difícil sumarlas a la vida sinantes perder el sentimiento de unidad.

    Esto es porque el encuentro con los componentes de la sombra viene a cuestionar la imagen que él tiene de sí, la conciencia de su identidad, sus hábitos, sus creencias, sus vínculos afectivos, su sistema de valores y, más radicalmente, los diversos espejos de la conciencia de sí, precisamente por el hecho del reconocimiento en él de elementos que no entran en su sistema habitual de referencia. Esta concienciación, que implica admiter la existencia en sí mismo de tales elementos, supone un cuestionamiento de las orientaciones de lo consciente.

   En tanto se proyecte una parte de la sombra sobre personajes o circunstancias exteriores, ella permanece en el inconsciente. Si se acepta el encuentro con esta parte de la sombra, se afronta el problema interior y sólo entonces la energía destructiva puede ser transformada en positiva.

El Diablo del Tarot es un símbolo de la Sombra, cuando aparece en una tirada señala que se va a producir una confrontación con ella.

   Que nuestra sombra sea nuestra amiga o nuestra enemiga depende mucho de nuestra actitud consciente. Ella no se muestra verdaderamente hostil a menos que se rechace su evidencia. Cuanto más se procura negar su existencia, más se vuelve perentoria, brutal y destructora. Por el contrario, la aceptación de la realidad de sus manifestaciones hace posible el diálogo.

   Sin embargo, cualquiera que fuera nuestra actitud al respecto, los contenidos de la sombra suelen presentar las características del inconsciente: impreciso, más o menos diferenciado, más o menos adaptado a la realidad exterior inmediata. El yo se muestra entonces conflictuado, en lo que Jung llama simbólicamente la lucha por la liberación. Es tal el medio a través del cual el yo qeu se constituye consigue superar la inercia del inconsciente y renunciar al estado de indiferenciación.

   Con todo, corresponde al yo decidir si dicha manifestación de la sombra debe ser reprimida o tiene que ser integrada en la realidad consciente. Esto no puede efectuarse a no ser que el yo renuncie a la ilusión de su poder de dominio y de decisión, para aceptar que debe dejar expandirse algo que parece negativo, pero que no lo es en realidad, a partir del momento en que se le permite existir. Es éste un problema esencial individual, dependiendo su resolución de la ética de cada cual.

   La integración de la sombra comienza mediante la dinámica del sí-mismo, que tiende a contrarrestar la unilateralidad de lo consciente gracias a que entra en relación con lo que se hallaba afuera. Es ésta la condición sine qua non de relación del psiquismo y de constitución del sujeto, que pasa necesariamente por la conciencia de elementos que no forman parte del yo. El conflicto intrapsíquico que se crea así en el seno del yo encontrará su solución en la conjunción de sus opuestos. Esto se representa muy bien en Star Wars, en el momento en que Luke (símbolo del héroe, del yo)  toma conciencia que Darth Vader su eterno enemigo del Lado Oscuro, es su padre, es decir que existe un parentesco, un vínculo profundo entre la sombra y él.

    Pero la integración de la sombra no desemboca en su desaparición. El yo se ve reforzado gracias a la aceptación de esta nueva posibilidad de ser. Queda especificada su orientación, y por este hecho devuelve a la sombra la tendencia opuesta. A ello se debe que esta confrontación nunca se dé por terminada; lo que marca la diferencia es la conciencia de la totalidad psíquica y el que se consideren, en todo acto psícuico, los dinamismos inconscientes.

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