Psicología Analítica de Jung: El Inconsciente Colectivo y Arquetipos.

  Con los últimos artículos que he escrito sobre Psicología Analítica de Jung nos podemos ir haciendo una idea de su concepción de la psique humana. Ahora ha llegado el turno de hablar del inconsciente colectivo.

   El inconsciente colectivo está constituido por una especie de núcleos de concentración de energía: los arquetipos. Éstos son al plano mental lo que los instintos al plano biológico: modelos innatos de acción y de comportamiento. En otros términos, son modelos de actitud y de reacción que constituyen el comportamiento típico de la especie humana. El inconsciente colectivo preexiste al individuo y no experimenta sino ínfimas modificaciones desde la aparición de la especie humana hasta nuestros días. Así como el crecimiento psíquico sigue un camino predeterminado, el desarrollo del psiquismo, partiendo de un estado de inconsciencia, sigue una progresión que pasa por etapas predeterminadas, pero cuyo ritmo, intensidad, forma y grado de diferenciación final son propios de cada una.

   En Jung, la noción de arquetipo está estechamente ligada a su noción de libido, es decir, de energía. El organismo humano dispone de una cantidad de energía constante de la que una parte es empleada para las necesidades del funcionamiento biológico. La otra parte constituye un potenical destinado al desarrollo del psiquismo, volviéndose disponible conforme el individuo se diferencia de las obligaciones y los límites de lo biológico. El arquetipo tiene el papel de transformador de la energía. Liga el instinto con el espíritu. Al mismo tiempo que la idea del arquetipo surge a nivel de la conciencia, la energía que está ligada a él se vuelve disponible y termina permitiendo orientar la acción.

    No es posible encontrar los arquetipos de manera directa. Si bien son siempre idénticos a sí mismos, sus representaciones son extremadamente variables de una cultura a otra, de una época a otra, de un individuo a otro, y, en un mismo individuo, de un momento de su vida a otro.

    En su forma cultural, los arquetipos se hallan en el origen de los relatos, mitos y leyendas de todas las culturas y de todas las épocas. En los estudios comparados de mitologías y religiones. resulta sorprendente reconocer la similitud entre los asuntos tratados, lo que muestra las preocupaciones comunes en los hombres desde el alba de la humanidad. En el individuo, las manifestaciones arquetípicas son frecuentes, esencialmente a través de los sueños y los fantasmas.

   Se puede reconocer la huella del arquetipo en las imágenes provistas de una carga energética importante: se trata de su aspecto impersonal (perteneciente al inconsciente colectivo) a la vez que emocional (implicación individual), que pone al yo en contacto con la matriz del comportamiento específica que constituye el arquetipo activado como con la energía disponible.

    Las representaciones que se manifiestan en el consciente durante los sueños, las imágenes espontáneas, las visualizaciones..., pertenecen, en su forma particular, al inconsciente individual. Se les conoce como imágenes arquetípicas, y su desciframiento no puede efectuarse sino tomando en cuenta sus tres aspectos indisociables:
  • Su forma, una representación inmediata, personal e íntima.
  • Su dinámica, que, mediante la forma, informa al individuo acerca de la naturaleza y la potencia energética del arquetipo al que la representación se refiere.
  • Las condiciones en las que surge, que inscriben la activación arquetípica en un momento preciso del desarrollo del sujeto y le otrogan su sentido específico.
    Los arquetipos tienen un número determinado. Su aparición indica, siempre, una etapa importante de la evolución. La vía que sigue el desprendimiento de la personalidad individual es en sí un arquetipo, al que Jung denomina Proceso de Individuación. Se trata de un procso de formación y de particularización del individuo psicológico en tanto que ser distinto de la psicología colectiva.

    Por lo general, para que ocurra esta personalización el yo tiene que desprenderse en primer lugar de la identificación con la persona, a fin de diferenciar, en su relación con el mundo, lo que es propio de lo colectivo de lo que pertenece en propiedad. En su relación con el espacio interior, el yo se desprende progresivamente de los fenómenos de sombra, cuyos contenidos individuales se hallan en sus estructuras, comunes a la humanidad. La etapa siguiente es el encuentro del anima en el hombre (que corresponde no a la mujer, sino a lo femenino) y del animus en la mujer (que corresponde no al hombre, sino a lo masculino); instancia relacionada con los datos biológicos de la bisexualidad. El objetivo del proceso de individuación es el sí-mismo, que constituye, también, un arquetipo, centro, a la vez que totalidad del psiquismo. Es el gran principio organizador alrededor del cual se articulan todos los procesos psíquicos, en especial el diálogo entre consciente e inconsciente.

   Existen otros numerosos arquetipos que rigen el devenir del hombre: El Edipo, la Gran Madre (personificación del principio natural, de la material y del eros), el Viejo Sabio (personificación del principio espiritual y del logos), Dios...

    A través de la imagen arquetípica se vincula el desarrollo personal con la energía ancestral de la transformación. Si existe una "huella evolutiva" común a la especie humana, ella nos procura la energía y, de alguna manera, el "canal", pero no la manera de comprometernos con ella.

    El arquetipo es la estructura que tiende a hacer de nosotros un ser universal; la imagen arquetípica que lo transmite encierra nuestra singularidad. Constituye una matriz de comportamiento común a todos los seres humanos; la estrictamente individual y depende de una simbología personal. Si la reserva energética es la misma para todo ser humano, la utilización de esta energía se efectúa según la forma propia de cada cual. Si la orientación general de la acción se realiza en función de un sistema preexistente, cada cual se compromete en una vía personal de individuación, cuya forma descansa en la relación íntima que se tiene consigo mismo.

   La imagen arquetípica es la confluencia del determinismo de nuestra pertenencia a la humanidad y la responsabilidad ética de nuestra libertad individual. Su acertada comprensión exige tomar en cuent a lo colectivo y lo individual.

   Dicho esto, a continuación recomiendo ver el siguiente vídeo sobre los arquetipos.


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