Visión budista de Venus en la casa duodécima.

   Venus en la casa duodécima crea en el individuo la necesidad de privacidad. Si éste no dedica tiempo a la reflexión, puede sentirse vacío e insatisfecho. Al experimentar momentos de intimidad y tranquilidad, logra la plenitud interior. El problema radica en qué tan ocupado esté en actividades exteriores, porque mientras más demandante es la actividad externa, más se aleja de la satisfacción. El placer , el amor y la plenitud se esfuman. Estas personas necesitan huir de las ocupaciones para encontrar la satisfacción. Practicar regularmente la meditación genera sentimientos de paz y armonía, debido a que el umbral de la conciencia da paso a un nivel más profundo y tranquilo del interior, lo que hace posible que el sentimiento de plenitud emerja consciente.

   
   Con esta situación de Venus, ciertas áreas de la vida como el amor y el afecto se llevan de manera privada. Si existen demasiadas exigencias como la demanda excesiva de amor y atención, el individuo puede retirarse y volverse inaccesible. Necesita conocer sus motivos para tener confianza y expresar afecto. A menudo estas personas encuentran una gran satisfacción al meditar, porque tienen acceso al amor y la plenitud como experiencias interiores.

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